Este martes, inició el I Seminario Internacional de Farmacia Sostenible, el cual fue inaugurado por la vicepresidenta sectorial de Ciencia, Tecnología, Educación y Salud, Gabriela Jiménez; quien ofreció datos cruciales de la industria farmacológica venezolana, la cual cuenta con más de 30 mil trabajadores venezolanos, entre los cuales figuran 5 mil especialistas e ingenieros en áreas técnicas, como la formulación de medicamentos, estudios de calidad y estabilidad. Este evento se extenderá hasta el próximo miércoles en la Universidad de los Hidrocarburos, localizada en Caracas.
«Un motor que es indispensable para las políticas de paz del pueblo venezolano», refirió la también ministra de Ciencia y Tecnología respecto al sector farmacéutico. En ese sentido, Jiménez enfatizó la urgencia de afianzar el «resguardo de nuestro patrimonio natural», y de que el pueblo venezolano recupere el derecho de una «ciencia para la vida».
Respecto a las afectaciones medioambientales causadas por la producción farmacológica en Venezuela, ejemplificó con la presencia de antiinflamatorios en el lago de Maracaibo, y que el 70% de los principios activos para sintetizar el paracetamol provienen de la industria petroquímica. Por último, instó a concebir una «política nacional que nos actualice y nos armonice con nuestra madre Tierra».
Por su parte, el especialista farmacéutico, doctor Gorka Orive, introdujo su ponencia al admitir que la contaminación ambiental por medicamento, «es una auténtica realidad que se sabe realmente de su existencia», pero que aun así, instó a que «nadie interprete un mensaje contrario a los farmacéuticos». No obstante, reveló que el consumo de fármacos aumenta exponencialmente y también se administran a animales de compañía y ganado.
Seguidamente, detalló que cualquiera de las etapas del ciclo de una vida de un fármaco «puede tener un riesgo de impacto medioambiental», e ingresar a los ecosistemas mediante los procesos de excreción y micción. «En el caso de la salud humana, básicamente el hecho de utilización de los fármacos hace que vaya a las aguas sucias y a las aguas residuales», y que los fármacos pueden permanecer inalterados en el medioambiental por hasta 30 años, como el antidepresivo, fluoxetina.